Juan 1,29-34: Éste es el Cordero de Dios
En la mañana de hoy cuando disponía en salir del corredor para dejar a Marianela en su trabajo, el sol destellante quiso opacar la vista, el vidrio estaba un poco sucio lo que impedía ver el resto del camino, desistí de verter agua para limpiarlo porque podía contrastar y dejar de ver todo mientras transitaba a 80 km/h. Al final lo que hice fue mantener la mirada en un solo punto, el centro de la vía, y así poder pasar este obstáculo.
Aunque no lo crean, muchos accidentes han ocurrido por este destello que afecta la visión en cuestión de segundos, provoca que pierdas el control momentáneo y sufras consecuencias. Es precisamente la analogía que usaremos para comparar esta experiencia con lo que Jesucristo nos ha dicho.
Juan el Bautista va a entablar una de las más grandes experiencias de vida, “vio acercarse a Jesús y dijo: ahí está el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Imaginemos ese gran acontecimiento, dos seres creados por obra del Padre, Juan, dispuesto a abrir trochas, ser precursor; Jesús, recibe el camino preparado para iniciar la siembra de semillas que darían más adelante el mejor de los resultados, de la mejor cosecha, que durará por toda la eternidad y que dependerá ahora de la labor que hagas. El Espíritu descendió y lo mostró, quedamos todos, absolutamente iluminados con ese momento, enmarca la ventana del Mesías que había sido anunciado y que a partir de ese momento iniciaría los pasos a concretar el gran plan que el Señor tenía para todos.
Jesús adoptó a hombres simples, sin educaciones, a hombres libres, pero con una gran condición natural, con dones y virtudes que sabía que poseían. Cuánta sabiduría había en Jesús, no llamó a letrados, profetas, abogados, llamó a los pobres y humildes, sabía que a ellos podía educarlos conforme el proyecto que el Padre le estaba indicando. Los maestros, rabinos y profetas, se molestaban porque consideraban que ellos eran los que tenían que enseñarle a Jesús, ocurría lo contrario, a pesar de que en ocasiones Jesús les escuchaba, pero siempre quedaba orientándolos conforme el pensamiento y deseo de su Padre. Cuánta calamidad pasó Jesús!, todo para lograr que tuviéramos un proyecto distinto, era el deseo del Padre, era el Puente para llegar a una vida nueva, sí, arriba en la Gloria del Cielo que construyó para todos, era el gran regalo que se dispone a los que tienen el gran deseo de seguirle.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”, Juan 14,6, le dice Jesús a todos los Tomaces de toda la vida, y miren, todos debemos asumir con responsabilidad la tarea de seguir la luz que Él ha dispuesto para que no nos perdamos. No pensemos ahora que entrar al Camino de Jesús es para disfrutar de momentos placenteros, no, jamás será un camino fácil, Él mismo lo ha experimentado, no obstante nos ha enseñado que se necesita tener fe, esperanza, perseverancia, constancia y acción para vencer todo lo que tengamos en frente. Así como el destello de la mañana que tiende a obstruir la vista del camino, así mismo se introducen en nuestras vidas las cosas del mundo.
Hermanos, necesitamos estar con los ojos abiertos, saber que el único camino es Cristo, no podemos vacilar en mirar al lado, las tentaciones, deseos materiales, deseos de la carne, el odio, rencor, avaricia, malos pensamientos, son cosas que el mismo Jesús presenció cuando el diablo estuvo tentándolo, por la fe que tenía venció!, cada momento de su vida, en el desierto, sobre todo en la Cruz. Por qué no podemos proponernos en ser como Jesús, triunfadores en lugar de vencidos?, o es que preferimos que el mundo siga envolviéndonos en sus redes para luego arrastrarnos por el pavimento y quedar maltratados por la vida, luego entonces pedir clemencia al Señor cuando en realidad nosotros mismos hemos propiciado lo que estamos vivenciando.
Seguir el Camino de Jesús es saber que hay “pruebas y caídas”,1 Pedro 1,6, privaciones, de todo, es saber que tendremos una compañía permanente, Dios. Pongamos nuestra mirada en Jesús, aprendamos a vivir y sentir como lo hizo Él, actuemos como Él, aprendamos a que a este camino se sube bajando, se entra saliendo, se gana la vida perdiéndola.
Juan el Bautista lo reconoció, Jesús es el Cordero, es el Hijo del Padre, por la Gracia del Padre convive entre nosotros en Espíritu y desea lo mejor para todos, requiere que veas su Luz y que sepas llevarla a otros, pero requiere que mantengas tu mirada fija en el camino, que es la vida nueva que se nos ha regalado.
“Enderécense y levanten la cabeza, porque ha llegado el día de su liberación”, Lc, 21,28
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Ing. Eric J. Franco B.
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